Los residuos metálicos, como cualquier otro, deben ser recogidos y tratados. Su origen es diverso. La chatarra metálica puede formarse en la propia fábrica, refinería o fundición, como restos de la producción. También está el residuo metálico de origen industrial, que procede de recortes del proceso de elaboración de otro producto.
Por último, puede darse el caso de que la chatarra proceda de material obsoleto, artículos o productos que ya han cumplido con su vida de uso y van a la basura (vehículos viejos, electrodomésticos averiados, baterías, envases, maquinaria diversa, utensilios, etc.). Este último grupo es el de mayor volumen y mayor reto a la hora de la recuperación y el reciclaje de los metales, ya que está asociado a otros muchos materiales y requiere más procesamiento.
La recuperacion de metales
La recuperación de metales y chatarra metálica es toda una cadena de actividades dirigidas a convertir el residuo en un recurso nuevo para volver a utilizarlo. Es un importante trabajo para la sostenibilidad medioambiental y una fuente de materiales que, de otro modo, se acumularían en vertederos.
Una vez que los residuos llegan a la chatarrería, deben pasar por un proceso de recuperación. Esto es así porque, frecuentemente, es necesario separar los componentes de la chatarra y eliminar los materiales que no interesan. O, simplemente, separar un metal de otro. Por ejemplo, el uso de grandes imanes permite separar el acero del resto.
Trituramos y tratamos las piezas de chatarra para eliminar impurezas. En el caso del acero, pasa a grandes tolvas donde es lavado con hidróxido de sodio (sosa cáustica). Este corrosivo elimina restos de pintura, plásticos y otros materiales contaminantes, de manera que los trozos resultantes aparecen limpios y preparados para seguir el proceso de recuperación, el prensado en balas compactas. Estas son enviadas a la acería correspondiente donde serán fundidas para obtener metal refinado utilizable por la industria.